El Obispo y Abad Oliba (Besalú 971 – Sant Miquel de Cuixà, Conflent 1046), abad benedictino, obispo y conde de Berga y Ripoll (998-1003). Tercer hijo del conde Oliba Cabreta de Cerdanya i Besalú y de su mujer Ermengarda, y bisnieto del conde de Barcelona Guifré el Pilós.

A la muerte de su padre, el 988, Oliba pasó a ejercer, junto con sus hermanos y su madre, las funciones condales sobre la totalidad del patrimonio familiar. Así mientras su hermano Bernat heredaba Besalú y Guifré Cerdanya, Oliba recibió los de Berga y Ripoll.

En 1.002 renunció a los condados e ingresó en el orden del monasterio de Santa Maria de Ripoll. En 1.008, entre el 29 de julio y el 8 de agosto de aquel año, fue escogido abad del monasterio, convirtiéndose así en el séptimo abad del monasterio.

El mismo año, en 1.008, unos días antes que en Ripoll, fue escogido abad del Monasterio de Sant Miquel de Cuixà, una abadía de amparo familiar como la de Ripoll. De esta manera, Oliba se convertía en abad de los dos monasterios más importantes de Catalunya de aquella época.

Seguramente a instancias de la condesa Ermessenda de Carcassona, condesa de Barcelona, Girona y Osona, en el año 1.018 fue nombrado obispo de Vic.

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Para entender la obra del abad Oliba conviene situar, adecuadamente, el contexto histórico. El abad Oliba era bisnieto del conde Guifré el Pilós, y es precisamente a partir de esta figura que el territorio empezó a cambiar hasta convertirse en la realidad que encontró el abad, una realidad analizada desde los tres pilares de la sociedad medieval: organización política, eclesiástica y monasterios.

Cuando Guifré emprende el compromiso de los nuevos territorios de Catalunya, se encuentra que sus dominios están dispuestos de forma que rodean un amplio territorio central acontecido «tierra de nadie», las comarcas de Osona y Bages.

Anteriormente este territorio no tenía demasiada importancia, pero ahora, se precisa establecer una línea de comunicación directa entre Barcelona y Cerdanya, y asegurarle una frontera sólida para defenderla de los musulmanas, que será la que forman los ríos Llobregat, Cardener y Segre mediano, permanente durante siglos.

La zona permite la repoblación, puesto que existe una gran extensión despoblada antes de llegar a la frontera sarracena. Todo esto fue causado por la Revolta d’Aissó, acontecida entre el 826 y 827, en la Plana de Vic. Una vez controlada la revuelta, la zona quedó arrasada y deshabitada. Ya como conde de Barcelona – Girona, Guifré se encomienda, a partir del 879, a la repoblación del Ripollès, la Plana de Vic, las Guilleries y el Lluçanès. En poco tiempo ya ha establecido las estructuras jerárquicas civiles y eclesiásticas (tribunales jurídicos, parroquias, castillos amojonados) en funcionamiento tanto en el Ripollès como en la Plana de Vic.

El segundo pilar es la organización eclesiástica. Mientras se lleva a término la repoblación, se consagran varias iglesias y monasterios y se instala uno nuevo obispado en Vic, dependiente del arzobispo de Carbona, que tiene la suficiente prosperidad y autonomía como para tener un obispo propio hacia el 887.

Finalmente, el tercer pilar, los monasterios. A causa del fortalecimiento del poder condal, surge la fundación de varios monasterios: Eixalada-Cuixà, Ripoll y Sant Joan de les Abadesses. Dos de estos monasterios, Cuixà y Ripoll, estarán bajo la dirección del abad Oliba.

La figura del abad Oliba ha llegado a nuestros días como persona capital para la cultura catalana. Este hecho es debido a que fue una de las figuras con más influencia y relevancia de su tiempo. Utilizando el cargo que tenía, lo aprovechó para realizar numerosos viajes, no solo por Catalunya, sino por Europa- Narbona, Roma o Llombardia-. Este contacto por diferentes ámbitos europeos posibilitó que a través de la figura del abad Oliba llegaran nuevas corrientes e ideas representadas sobre todo por el románico, estilo arquitectónico del cual fue un gran impulsor en el territorio catalán. A la par, regresando de estos viajes, a menudo le acompañaban artistas, técnicos y maestros de obra lombardo que puso al servicio de sus construcciones.

Es por esto que se considera el abad Oliba como introductor de la arquitectura románica en Catalunya. Bajo su dirección, los maestros de obra que lo acompañaron al regreso de los diferentes viajes aportaron elementos como las vueltas de cañón, las cúpulas, los arcos lombardos o los campanarios, que introdujo como novedades arquitectónicas del momento. Alguna de las obras más destacadas de las cuales fue el impulsor son:

• En el decenio entre 1.025-1.035, el abad Oliba fundó el monasterio de Montserrat. Lo anexionó a Ripoll y envió a Montserrat monjes de Ripoll.
• Dirigió las obras de la basílica de Santa Maria de Ripoll, considerada como una de las joyas del románico y consagrada el año 1032.
• También fue uno de los partícipes de la contrucción del Priorat de Manresa (1.020); Cáceres (1.039) y Cardona (1.040).
• También aportó a diferentes edificaciones románicas elementos como las mencionadas vueltas de cañón, cúpulas, arcos lombardos o campanarios presentes en Vic, Ripoll, Cuixà, Sant Miquel de Fluvià, Casserres, o las criptas de Cuixà, Cardona, etc.

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La importancia del abad Oliba en el monasterio de Ripoll es realmente remarcable. Convirtió el monasterio de Santa Maria de Ripoll en un centro intelectual de primer orden.

Su gran tarea cultural significó que, a su muerte, en 1046, el total de códices con que contaba el escritorio había aumentado hasta 982. Se copiaron libros diversos: música, matemáticas, homilías, etc. y, como elemento estrella, las tres grandes Biblias.

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La relación del abad Oliba con el Monasterio de Sant Joan de les Abadesses no fue directo, puesto que pertenecía a una orden femenina, pero si que resultó muy importante por los hechos que derivaron: la desaparición de la comunidad femenina de Sant Joan y la creación del obispado efímero de Besalú.

En 1.017 se produje el fin de la comunidad femenina en Sant Joan de les Abadesses. El abad Oliba fue uno de los personajes que presentó una acusación al Papa Benet VIII diciendo que la abadesa y las monjas gozaban de una conducta inmoral y escandalosa.

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Una vez se vuelve a conquerir Osona y se vuelve a establecer el obispado, el nombramiento del obispo Oliba lo sitúa en el número nuevo, por lo cual el abad Oliba acaece el 15.º obispo de Vic. El cargo que ostentaba de obispo era el que le permitía ejercer de autoridad religiosa más allá del ámbito de influencia del monasterio.

Un punto a remarcar de su paso como obispo de Vic son los numerosos edificios religiosos que impulsó en el territorio de su obispado, igual que como abad. Por este motivo, el románico del Ripollès está estrechamente vinculado al de Osona.

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Durante los siglos IX-XII tanto la ciudad de Manresa como la comarca del Bages sufrieron los devastadores ataques intermitentes de los sarracenos.

A la sazón, lo que hacía falta era una restitución de la ciudad, cosa que se hizo con la mediación de la condesa Ermesenda, viuda del conde Borrell y madre de Berenguer Ramón I, que, una vez llegada a Manresa en compañía de su hijo y del Abad Oliba, confirmó la dotación de la iglesia de Santa Maria de Manresa, la recuperación de la ciudad y la repoblación de su demarcación.

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